
El pasado 10 de septiembre, la asociación Danza a Nuestro Ritmo se convirtió en un espacio de creación vibrante y profundamente sensorial. Bajo la dirección de la reconocida coreógrafa Isabel Olavide, se llevó a cabo un taller coreográfico que fusionó movimiento y música en directo, en una experiencia que trascendió lo escénico para convertirse en rito compartido.
Acompañando la danza, el guitarrista Javier Bergia tejió atmósferas con su característico lirismo, mientras Begoña Olavide, con el salterio entre las manos, ofrecía un sonido ancestral que parecía dialogar con cada gesto, cada respiración del cuerpo danzante. La música no fue fondo, sino voz propia, guía y contrapunto de la creación.
Los participantes exploraron la relación entre ritmo interno y expresión externa, entre lo individual y lo colectivo, en un proceso que conjugó técnica, intuición y emoción. El taller culminó en una muestra íntima, donde cada movimiento resonaba con la autenticidad de lo vivido.
Una jornada que dejó huella, recordándonos que la danza, cuando se encuentra con la música en su forma más orgánica, puede convertirse en lenguaje del alma.

